Desvanecidos Difuntos nos traslada a una región (inexistente) del suroeste del país. Ahora vamos a la otra punta, en la novela anterior estábamos viendo la vida en la frontera norte, ahora nos encontramos en un pueblito donde las calles aun no están pavimentadas, donde el compadrazgo y el amiguismo rigen las leyes de la comunidad.
Al detective se le encarga la misión de encontrar a un muertito que se encuentra vivo y que es la causa por la que se encuentra un maestro en una de las cárceles del país que carecen de lógica y razón, al escuchar las historias por las que los otros compañeros que comparten la cancha de frontón improvisada, mientras oímos relatos sobre la historia y costumbres del pueblo de San Andrés y anécdotas sin aparente moraleja de lo que se recuerda de las aventuras escritas por Conan Doyle.
De nuevo Héctor Belascoaran Shayne tenía que elegir entre el día o la noche. Tenía que elegir entre la planificación o la sorpresa. Tenía que optar entre el plan y el absurdo. Es imposible no ser fan, me cae. “su reserva de frases absurdas era enorme. Ante la locura, la contralocura”. Me gusta mucho que las situaciones no sean exageradas, de este modo es bien fácil imaginarte todo lo que está pasando, es muy fácil clavarte y no soltar la historia, en donde nos recuerdan que nada es lo que parece, que todo siempre es, más bien, lo que no parece; que toda explicación absurda se aproxima a la verdad más que otras, precisamente porque la verdad es absurda y se busca en un espejo de iguales. Incluso el protagonista lo recalca al mencionar que “solo la realidad puede ser tan mamona como la literatura” ¿y qué hay mas mamon, irreal y absurdo que nuestro país?
Prometo que después de terminar la saga del detective chilango tengo que leer al menos una de las aventuras de Sherlock Holmes. Como todo lo de Taibo II se va derechito a altamente recomendado. Garantia ybp! Sin dudas.
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