El tema de los grupos de autodefensa en Michoacán me recuerda mucho la historia de don Alejo Garza Tamez. ¿Se acuerdan de ella?
Don Alejo fue un supuesto empresario neoleonés y experimentado cazador septuagenario que una noche de noviembre del 2010 se atrincheró en su rancho para combatir -él solo- a un grupo de criminales que había amenazado con quitarle su propiedad.
Cuenta la leyenda –y Wikipedia– que antes de ser alcanzado por las esquirlas de varias granadas, don Alejo tuvo un cruento enfrentamiento a tiros con los delincuentes, matando a cuatro de ellos y dejando heridos de gravedad a dos, lo que provocó que el resto huyera desbalagado antes de que el ejército llegara.
La acción de don Alejo fue nota de primeras planas en periódicos nacionales y tema de varios noticieros y reportajes. La sociedad civil, con ayuda del amarillismo de los medio de comunicación, elevó a este señor casi casi al nivel de héroe nacional, pues el momento histórico que atravesábamos –la celebración del mentado bicentenario– se prestaba para saciar un poco la necesidad de identidad patriótica que siempre nos ha caracterizado.
No sé ustedes pero yo nunca me tragué del todo el cuento de don Alejo. De hecho escribí un post al respecto hace casi cuatro años, por el que, cabe mencionar, recibí toneladas de insultos en mi correo electrónico por mi atrevimiento e incredulidad. Pero en fin.
A lo que voy es que la situación que se vive en Michoacán con lo de los grupos de autodefensa me recuerda mucho el caso de don Alejo. ¿Por qué? Pues porque me acuerdo que todos -sociedad y medios incluidos- aplaudieron la acción de este señor como "un acto de dignidad y valentía", pero a los grupos de autodefensa –que prácticamente están haciendo lo mismo que hizo Garza Tamez– los están equiparando con criminales.
Es obvio que quienes están en el poder prefieren criminales organizados a sociedades civiles dignas y organizadas, pues estas últimas tienen el poder de exhibir a las autoridades incompetentes y abusivas. A los criminales tan fácil como comprarlos y ponerlos de su lado.
Las autodefensas ridiculizan al gobierno federal, estatal y municipal porque hacen el trabajo que ellos deberían de hacer, por eso creo que prefieren dudosos héroes espontáneos, como don Alejo, pues no calan, no encienden la mecha, no representan un gasto, no bloquean vialidades y uno no se entera de ellos hasta que mueren; son casos aislados, son daños colaterales de una guerra inventada y sus hazañas quedan en bonitas historias que nadie se atreve a repetir porque, aunque se tenga muy poco, se tiene algo que no se está dispuesto a perder.
Pero ya para que una sociedad tome las armas y se eche a los delincuentes, al gobierno, a los medios, a otros miembros de la sociedad y al ejército en su contra, es porque las cosas están de la megarechingadísima. Cuando la violencia es la única opción –ya no para ser escuchados, sino para sobrevivir– hemos retrocedido a la época de las cavernas e incluso la hemos superado. No hay nada de nada.
Lo más triste de lo que sucede en Michoacan es que pareciera que la gente no tiene opción: si dejan las armas, los matan; si no las dejan, también.
Esto es México. Una carrera para salvar nuestra vida entre muros que se desmoronan a propósito.
Y aquí les dejo una entrevista con el escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte, que algo tiene que ver con el tema.
-Escrito por Guffo para el Blog http://guffo.blogspot.mx/2014/01/el-tema-de-los-grupos-de-autodefensa-en.html
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